En los últimos años se viene cuestionando el rol del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. En CELAG, hemos detallado algunas de las alternativas institucionales, en el marco de la normativa de la OEA, para remover al secretario general. Identificamos algunas vías directas, pero poco factibles, como la votación en Asamblea General. También puntualizamos vías indirectas:
Vía votación en Consejo Permanente: abrir investigación a Almagro.
Vía votación en Consejo y Asamblea: impulsar cambio de normativa respecto al desempeño del secretario general y las Misiones de Observación Electoral.
Vía renuncia pedida por el propio secretario general.
Vía mecanismos de las Naciones Unidas.
Con base en lo investigado, se visualiza la vulneración de algunas de las normas básicas del funcionamiento de la Secretaría General y de la propia OEA, por ejemplo: Art. 16 de las “Normas Generales para el funcionamiento de la Secretaria General de la OEA”: el secretario general y el secretario general adjunto no solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún Gobierno ni de ninguna autoridad ajena a la Organización; Art. 119 «Carta de la OEA»: todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado.
Teniendo en cuenta estas premisas, y revisando el accionar del secretario general en determinados casos (que se detallan a continuación), se concluye que Almagro:
Se apropió de la Organización para seguir intereses propios y de personas/grupos afines, cercanos.
Se dejó influenciar por posicionamientos de Gobiernos/sectores faltando a la necesaria imparcialidad.
Salteó normas institucionales para selección de personal.
Se posicionó en redes sociales en determinados conflictos políticos, utilizando la legitimidad que le proporciona la investidura de secretario general de la OEA.
Actuó en ocasiones en continuidad con la retórica y la estética política de Donald Trump, desconociendo u omitiendo la institucionalidad y normativa vigente, decidiendo de modo unilateral.
Su trayectoria y vínculos personales se entrelazan con la derecha de la región y a nivel internacional.
1. Casos concretos sobre el accionar del secretario general contraviniendo normas básicas de la institucionalidad de la OEA
Cuba, julio 2021
Las denuncias en medios y redes sociales acerca de las protestas en Cuba fueron amplificadas por Almagro. Se posiciona abiertamente en contra del Gobierno de la isla.
Remoción de Paulo Abrão de la CIDH, bajo lobby de Almagro, 2020
Paulo Abrão, secretario ejecutivo de la CIDH desde 2016, fue reelegido en enero de 2020 para un segundo período. Almagro vetó la designación sin consultar a la comisión (desconociendo el paso exigido por la Carta de la OEA) amenazando la autonomía e independencia del organismo. Una decena de excancilleres, exdirectores y expresidentes rechazaron el veto y exigieron al titular de la OEA abstenerse de intervenir en el proceso de la CIDH.
Bolivia y MOE, 2019
Sin contar con informe final, la MOE de la OEA en elecciones de Bolivia en 2019, afirmó la existencia de “un cambio inexplicable en la tendencia de conteo de votos que genera pérdida de confianza en el proceso electoral”. Esta afirmación fue clave en el proceso de desestabilización, allanando el camino para el golpe de Estado.
Honduras, 2018
El exministro peruano Juan Jiménez renunció como jefe de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) por falta de comunicación y apoyo de Almagro desde 2017, momento en que la Misión recibía amenazas en Honduras, que no fueron atendidas por Almagro (en continuidad de la postura de Trump con respecto a este organismo).
Caribe
En San Vicente y las Granadinas, Almagro intentó intervenir en las elecciones contra el Gobierno del progresista Ralph Gonsalves, uno de los principales anti-Almagro en esa subregión.
En Guyana, en 2020, el opositor Irfaan Ali asume como presidente. La comunidad internacional apoyó el triunfo de Ali, acusando de fraude al, en ese entonces, oficialismo. La OEA felicitó a Ali de inmediato. En septiembre de 2021, Ali reiteró que acudirá a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para la resolución de la disputa fronteriza que actualmente mantiene su país con Venezuela por el Esequibo. Según lo publicado en algunos medios, esta decisión la habría tomado tras las conversaciones sostenidas con Luis Almagro, en la Oficina de la Misión Permanente de Guyana en Nueva York. El caso está en la CIJ.
2. Silencios
Chile: ante el estallido social de 2019 que generó una reacción brutal por parte del Gobierno de Sebastián Piñera (por lo menos 22 personas asesinadas y 2.200 heridas a manos de Carabineros), Almagro llegó a defender al presidente y a decir que había “defendido con eficiencia el orden público”.
Colombia: frente al escenario de las protestas y respuesta represiva del Gobierno de Iván Duque (más de 84 personas asesinadas, 375 desaparecidos, 2.300 heridos, sistemáticas violaciones a los derechos humanos, etc.) Almagro exigió “el cese de los bloqueos” provocados por las manifestaciones. Amnistía Internacional manifiesto preocupación por el silencio de la OEA sobre la situación de Colombia.
Brasil: con más de medio millón de muertes por COVID-19 generadas en el marco de una postura negacionista del Gobierno, de asesinatos cotidianos de población negra y de bajos recursos a manos de la policía en las periferias, Almagro no cuestionó ni una sola vez al Gobierno de Bolsonaro.
En el caso de Haití, el magnicidio del presidente Jovenel Moïse profundizó la crisis humanitaria que vive el país desde hace años. Almagro se posicionó inmediatamente junto con la embajada de EE. UU.
En elecciones de EE. UU., aunque funcionarios de la OEA sugirieron un seguimiento de lo ocurrido después de las elecciones de 2020, caracterizado por un escenario de fuerte tensión política, Almagro rechazó el pedido.
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